CONSERVACIÓN o RESTAURACIÓN…de la perpetuación de lo efímero.
¿Conservación o Restauración ?
Les propongo un ejercicio mental o si prefieren, un juego.
¿Cómo imaginarían formar parte de este territorio si no existiesen, por ejemplo, el Monasterio de Nuestra Señora de la Gloria en Casbas, Guara cómo territorio natural o la imagen de la Virgen del Pilar?
Realmente puede crear sorpresa la pregunta y en principio un cierto desconcierto.
Luego y al pensar realmente en ella, podríamos sentir asombro, confusión y quizá…vacío.
Darnos cuenta de lo que significan para cada uno de nosotros: esa es la cuestión. Nos dan identidad como personas, como pueblo y como territorio, desde el punto de vista social. Forma parte sustancial de nosotros siendo algo auténtico e irrepetible. Representan de forma física un testimonio único e insustituible de nuestra historia, por su valor cultural personal, colectivo y universal. Podríamos decir sin ser Gollum en el Señor de los Anillos y en plural…es ¡nuestro Tesoro! y por esa razón existe la responsabilidad colectiva de protegerlo y de conservarlo: Es nuestro Patrimonio.
¿Qué es el Patrimonio? Tipos de patrimonio: material, inmaterial y natural.
Para poder hablar de Conservación y Restauración pensemos primero qué es lo que se quiere conservar y/o restaurar y sabremos el por qué de querer hacerlo.
Esta situación nos lleva, sin lugar a dudas, a poner el foco de atención en lo que es y significa la palabra Patrimonio y más concretamente Patrimonio Cultural.
Este concepto ha sido desarrollado y definido a través de numerosos tratados y convenciones internacionales a lo largo de la segunda mitad del siglo XX hasta perfilar lo que entendemos en la actualidad.
Si recurrimos a la descripción que el Diccionario de la Real Academia de la Lengua realiza de este término podremos leer: hacienda que alguien ha heredado de sus ascendientes /Conjunto de bienes pertenecientes a una persona natural o jurídica, susceptibles de estimación económica y también, y referido al patrimonio cultural: Conjunto determinado de bienes tangibles, intangibles y naturales que forman parte de prácticas sociales, a los que se les atribuyen valores a ser transmitidos, de una época a otra, o, de una generación a las siguientes; es decir, es el legado que recibimos del pasado, que vivimos en el presente y que transmitiremos a las generaciones futuras.
Para poder mantener y transmitir estos bienes hay que tener en cuenta que la mayoría tienen consistencia material que son susceptibles de degradarse o deteriorarse, pudiendo incluso llegar a desaparecer, de ahí la importancia de saber conservar, mantener y transmitir el “soporte material” del objeto. Es la tarea principal y más importante de una disciplina científica conocida como Conservación.
La transmisión del objeto en su consistencia física supone garantizar la perduración de los valores culturales, históricos o artísticos de los que el objeto patrimonial es portador.
La Conservación como término amplio y genérico engloba tres categorías de intervención, con clara diferenciación entre ellas a efectos prácticos y metodológicos y que es importante saber reconocer. Estas categorías son las siguientes: Conservación preventiva indirecta, Conservación curativa directa y Restauración.
A continuación se describe el ámbito de cada una de ellas.
Conservación preventiva o indirecta. Son todas aquellas medidas o acciones de prevención, control y mantenimiento, o conjunto de operaciones de conocimiento y análisis, que tienen como fin evitar o minimizar futuros deterioros o pérdidas del objeto, obra o monumento. Su objetivo: retrasar o impedir la intervención directa sobre el patrimonio material.
Estas acciones se realizan sobre el contexto, el ambiente o el área circundante es decir son acciones indirectas; no interfieren con los materiales y las estructuras de los bienes. No modifican su apariencia.
Las operaciones de conservación preventiva comienzan, por tanto, por los estudios analíticos orientados al conocimiento en profundidad de los objetos, su estructura y consistencia material. Diversos métodos de análisis permiten conocer su composición, sus problemas ambientales y los factores de deterioro internos o externos que
inciden o pueden incidir en la degradación o deterioro de la obra de arte o bien cultural. Podemos incluir en este apartado las acciones encaminadas a su registro, catalogación e inventario.
Así por ejemplo, si a nivel local un ayuntamiento establece en su diario de actuaciones anuales u ordenanzas municipales la supervisión y control de la vegetación en los alrededores de una ermita, las fuentes o lavaderos, estará realizando acciones de conservación preventiva indirecta. De igual modo las estaremos haciendo si en nuestra casa, revisamos anualmente el estado de las tejas -o el tejado general-, las bajantes o realizamos la poda de los árboles del patio o jardín.
El clasificar los agentes de deterioro según su naturaleza nos ayudará a focalizar las acciones necesarias preventivas para poner freno a los futuros posibles daños. De esta forma podemos encontrarlos de origen químico, biológico, físico y antrópico principalmente.
Los agentes de deterioro de naturaleza química se tratan de compuestos contaminantes que circulan en la atmósfera y qué transportados por el aire, el agua o la humedad, lesionan los materiales que constituyen el objeto.
Imaginemos el tubo de escape de los vehículos a motor, sean coches o tractores, orientados hacia la fachada de un edificio histórico o vertidos químicos aplicados junto a esas mismas construcciones que con el agua de lluvia son filtrados primero al interior de los muros y luego al interior del edificio.
También existen contaminantes naturales como el CO2 procedente de las personas a través de la exhalación que, en ambientes cerrados, pueden suponer un grave problema, imaginemos las cuevas de Altamira en las que ha sido necesario restringir el paso del público.
Si hablamos de agentes biológicos nos referiremos a colonias de microorganismos como por ejemplo los hongos, líquenes o a la proliferación de plantas de mayor o menor tamaño en las edificaciones como por ejemplo, higueras en las torres de las iglesias, ombligo de venus en la junta de los sillares y en las proximidades de fuentes de agua o en canaletas y bajantes.
La colocación de pequeños voladizos podría evitar la caída directa de agua procedente del tejado sobre elementos a proteger y que dejan huella de su recorrido en la bajada con hongos y líquenes, como en escudos heráldicos o relieves en piedra en portadas o en ventanas emblemáticas.
Es importante cerrar aberturas en fachadas como son los arcos, ventanas o vanos en general, donde se cuelan palomas y otras aves que generan restos orgánicos especialmente dañinos. La supervisión, mantenimiento y conservación de los elementos colocados para evitar el paso de estos animales, forma parte fundamental de la estrategia de conservación preventiva (mallazos en los huecos de arcos y ventanas).
Los xilófagos y especialmente en este territorio los anóbidos, cerambícidos e isópteros, es decir y resumiendo, carcoma pequeña, carcoma gigante y termitas , deben controlarse mediante la observación en las huellas dejadas en las maderas así como en los periodos reproductivos (primavera y otoño) donde se ve un movimiento inusual y numeroso de los insectos en fase alar. También puede verse serrín junto a los orificios de entrada en la madera, se podría llegar a escuchar ruido constante y repetitivo. Es primordial la observación para su control y erradicación.
Como agentes de deterioro de carácter físicos podemos enumerar la radiación solar directa y prolongada que puede derivar en la decoloración de los tejidos, la oxidación de los barnices o el exceso de temperatura en una superficie especialmente sensible. Para ello se podrían disponer filtros contra la radiación ultravioleta en las ventanas.
Las oscilaciones térmicas violentas provocan grietas en todo tipo de materiales y las humedades incontroladas por exceso pueden ocasionar el arrastre y erosión de cualquier material.
Intervenciones antiguas con cemento u hormigón pueden derivar en problemas al impedir la evaporación del agua del subsuelo, haciendo que ésta ascienda por los muros ocasionando problemas de eflorescencias salinas primero y sales después. Ocasionando la degradación del material ya sea el propio muro, los morteros aplicados encima o la pintura existente sobre estos morteros (muros y portadas de las iglesias, ermitas y construcciones en general).
Y por último, factores de deterioro con la acción humana como eje, podemos encontrar los derivados de la falta de mantenimiento por abandono, falta de uso, pérdida de funcionalidad, olvido o falta de presupuesto, como en el caso de la ermitas de las que quedan pequeños vestigios (no nos olvidemos de la ermita de Arraro de la que cada año se van perdiendo elementos por la necesidad de consolidación).
Estos años atrás hemos visto, por ejemplo, como una afluencia masificada a un espacio natural como es el Salto de Bierge ha puesto en peligro su existencia tal como lo conocíamos antes al generarse una peligrosa alteración del equilibrio de las condiciones ambientales con la abundante afluencia de público y por tanto del tráfico de vehículos (problemas de aparcamiento, acumulación de basura, contaminación acústica). Es un ejemplo de cómo también se puede morir de éxito.
Dos últimos ejemplos: elaboración de cajas individuales de conservación para documentos o libros que eviten su deformación o contacto con elementos dañinos a la larga (soporte de madera directo, otros documentos con hongos o apilamiento) y la colocación de maniquíes hechos a medida como elementos para colocar encima casullas o dalmáticas históricas, trajes regionales o trajes únicos evitando de esta forma deformaciones también son acciones conservativas.
Cuando la CP no es suficiente, se recurre a la intervención directa sobre el propio objeto.
La Conservación curativa o directa son todas aquellas acciones aplicadas de manera directa sobre un bien o un grupo de bienes culturales que tienen como objetivo detener los procesos dañinos presentes o reforzar su estructura. Estas acciones sólo se realizan cuando los bienes se encuentran en un estado de fragilidad notable o se están deteriorando a un ritmo elevado por lo que podrían perderse en un tiempo relativamente corto. En ocasiones modifican el aspecto de los bienes. Deben considerarse, así como en el caso de la restauración, labores excepcionales, extraordinarias, delicadas y en ocasiones traumáticas, razón por la cual son siempre el último recurso.
El principio a tener en cuenta es el de mínima intervención (lo más leve en alcance y lo más efectiva posible según la patología a tratar), con productos y materiales suficientemente probados y experimentados de los que se conozcan sus efectos; que den garantía de estabilidad con el paso del tiempo y reversibles en la medida de lo posible o retratables, es decir, puedan en un futuro lejano poder volver a intervenirse porque los materiales empleados lo permitan.
Todas las actuaciones quedarán suficientemente documentadas, de cómo se han llevado a cabo, para poder disponer de esa información en caso de necesitarse a lo largo del tiempo.
Como para la correcta realización de estas acciones se hace necesario tanto el conocimiento de los materiales como de las técnicas necesarias para llevarlas a cabo de la forma más ajustada, afín y necesaria posible, es necesario que el personal que las realice, esté formado a tal efecto, siendo necesario crear en ocasiones (dependiendo del alcance de la intervención) equipos interdisciplinares para poder llevarlas a cabo.
Son procesos de Conservación Preventiva Directa aquellos encaminados a la consolidación y estabilización de elementos dañados, deteriorados o degradados, cómo por ejemplo:
La desinsectación de maderas o documentos en papel de carácter relevante -incluso bibliotecas completas- o prendas textiles afectados por ataque de xilófagos. La reconstrucción de los elementos faltantes, como los realizados en la cancela de madera de la ermita de Nuestra Señora de los Olivares en Sieso de Huesca, para poder insertar los fragmentos recuperados originales. Las piezas sueltas no tenían sentido y peligraba su integridad al considerarse inservibles.
Realización de bastidores nuevos en sustitución de otros fracturados o ausentes en pinturas sobre lienzo o colocación de marcos a medida como elementos de protección a la propia pintura.
Colocación de injertos o entelados en pinturas sobre telas que presentan desgarros y sin los cuales la pintura no tendría estabilidad.
En pinturas murales inyección diferentes morteros para la consolidación y estabilización de paramentos, recogida de bordes en el perímetro de lagunas de mortero en pintura mural o morteros históricos.
Sentado de policromía (fijación de los diferentes estratos que conforman la capa pictórica) en esculturas y/o pinturas que presenten problemas de levantamientos y/o disgregaciones. Estabilización de tintas en documentos escritos o pigmentos disgregados.
Sustitución de elementos dañados y que no cumplen su función por otros de características similares (herrajes en puertas, tiradores, aldabas) o reconstrucción de patas rotas en mobiliario (u otros elementos sustentantes en cualquier otro objeto) que hacen que no tenga estabilidad la pieza. Cosido de piezas fracturadas mediante espigas internas. Refuerzo de elementos a punto de desprenderse.
Consolidación de la piedra con problemas de arenización y disgregación o sustitución de ladrillos con los mismos problemas. Reposición de morteros en juntas cuando el mortero anterior y original está disgregado o simplemente no existe (espadaña de la ermita de San José).
Eliminación de productos de corrosión en metales (hierro forjado de una cancela, un báculo o un crucifijo)
Desacidificación de documentos realizados en papel (grabados, libros) sea por el deterioro de la propia fibra del papel, ya sea por tintas ácidas aplicadas en el documento o por la proximidad de elementos próximos que le aporten esa acidez (cajones de madera en contacto directo). Consolidación de documentos gráficos disgregados.
Eliminación de hierbas en mosaicos o en los enterramientos antropomórficos en roca como en Junzano (las raíces de las plantas abren camino al agua que en caso de congelarse con el frío, podría fracturar la piedra).
Eliminación de juntas rellenas de morteros sintéticos no originales (o siliconas) y que ocasionan un daño por una adhesión demasiado fuerte para las características del soporte que pueden ocasionar fracturas al arrancar los propios bordes.
Restauración. La definición del término restauración, a lo largo de la Historia ha sufrido importantes modificaciones tanto en concepto como en el alcance de las mismas. Antiguamente respondía a un deseo de restablecer de forma integral el aspecto original en una obra que estuviese alterada, o la comprensión del tema representado. Otras veces tenía como objetivo devolver la funcionalidad del mismo llegando a imitar, falsear, completar de forma imaginativa o fusionar varias obras hasta completar una sola, transformando en mayor o menor medida la obra original. De esta forma se daba gusto al estilo o moda del momento o incluso el deseo de la persona que encargase el proyecto, no reparando en amputar algunas partes, cubrir o parchear de forma generosa, partes o elementos del original. Objetivo: poder contemplarla como un conjunto único.
Actualmente se define la palabra Restauración como todas aquellas acciones aplicadas de manera directa a un bien individual y estable, que tienen como objetivo facilitar su apreciación, comprensión y uso sin atentar contra la autenticidad al no pretender imitarla ni camuflarla, sino, todo lo contrario, buscando la diferenciación. Estas acciones sólo se realizan cuando el bien ha perdido una parte de su significado o función a través de una alteración o un deterioro pasados. Se basan en el respeto del material original y hay que tener en cuenta que en la mayoría de los casos, estas acciones modifican el aspecto del bien.
Un ejemplo de las labores de restauración son la limpieza de las superficies con objeto de eliminar las diferentes capas acumuladas de suciedad, la eliminación de repintes parciales o elementos añadidos que puedan perjudicar la obra (física o estéticamente), reducción de películas de barnizados anteriores que ocultan en gran medida, por su degradación, la imagen representada.
Otros casos: reposición de lagunas (ausencias) de morteros en pintura mural, estucado en faltas de preparación y reintegración de color en faltas de capa pictórica. Eliminación de sales solubles en piedra, limpieza de añadidos en paramentos (grafitis en muros de fortificaciones, monumentos, etc). Recomposición de elementos faltantes en cerámica de la que puedan quedar fragmentos.
Algunas de las intervenciones son irreversibles, de ahí la complejidad de su acometida debiendo siempre realizarse por personal formado a tal efecto. Por suerte, contamos en Huesca con un centro para dicha formación. La Escuela Superior de Bienes Culturales de Aragón, que desde el año 2001 lleva desarrollando labores de formación en dos especialidades: escultura y pintura. Ojalá en un futuro, pueda completarse con alguna otra especialidad.
De lo que cada uno de nosotros podemos hacer
A lo largo de este artículo se ha argumentado la importancia que las acciones preventivas indirectas tienen, como primer paso, para la conservación de nuestro patrimonio. Evitando de este modo tener que llegar a intervenir de forma directa las obras sean de la naturaleza que sean conservando y/o restaurando (que siempre es, para que negarlo, más costoso y complicado).
Todos y cada uno de nosotros tenemos responsabilidad en la conservación de nuestro patrimonio siendo sus “Guardianes”. La observación detenida y reflexiva es el primer paso para ello. Y no olvidemos que el que más al alcance de nuestra mano está, en el que más podemos aportar y no por ello menos importante es el “Patrimonio Inmaterial”. Aún queda mucho por hacer. Os invito a descubrir el campo que más os motive a cada uno de vosotros y del que sepáis que podéis aportar algo.
Se puede realizar una gran y excepcional labor, por ejemplo, documentando usos y costumbres de este territorio a través de la recopilación visual, gráfica o audible del testimonio de nuestros mayores, del registro de la música y cantares antiguos, de la recopilación de recetas compartidas por todos (pena que la receta de los originales “suspiros de monja” del Monasterio de Casbas, se hayan ido con la religiosa que los elaboraba), registro y documentación de los pozos y bodegas en el interior de las casas, localización de los muros de piedra a recuperar, registro fotográfico documental de palomares, aljibes, hornos caleros, etc.
Es también tarea urgente poner en conocimiento de todos y especialmente de las personas con responsabilidad al respecto, el mal estado de algún bien patrimonial con objeto de poner solución inmediata.
Una de nuestras principales herramientas de Conservación Preventiva Indirecta es la promoción, puesta en valor y divulgación. En nuestras manos está ponerla en práctica.
Conservadora y restauradora de bienes culturales